Fruto del amor entre la vid y la montaña
Degli Azzoni Wines cuenta con una amplia tradición de inversiones Degli Azzoni Wines cuenta con una amplia tradición de inversiones en toda Italia y, como no puede ser de otra manera, ha decidido incluir en sus horizontes a la región del Trentino-Alto Adige, tierra marcada por una histórica vocación vitivinícola. Se trata de un proyecto ambicioso en el que hemos depositado toda nuestra confianza y que prevé unas excelentes perspectivas de crecimiento. Esto se debe, en parte, a la prosperidad que está viviendo el spumante en general. Sin embargo, lo que hace del Trentodoc un éxito es la alta calidad del producto, que nace de productores, en su mayoría, de mediano tamaño que prestan especial atención y cuidado. El nombre de este método clásico, Cime di AltiliA, pretende homenajear tanto a las altas cimas donde nace este spumante, como a la alta calidad del mismo.
LeVide, este es el nombre la nueva sociedad limitada con sede en el municipio de Predaia. Significa, en el dialecto local, "las vides" y representa un topónimo usado en la región que pone de manifiesto la extensa historia de la zona en relación al cultivo de la vid. En los sitios arqueológicos del lugar se atestigua la veneración que los antiguos habitantes (los raeti) mostraban por el vino, protagonista este de sus rituales religiosos. Desde ese momento, la historia del vino ha sido el hilo conductor de la economía agrícola del valle. El suelo, el clima y la exposición son los elementos ideales para el nacimiento de una materia prima de excelsa calidad con la que nuestro experimentado enólogo, Massimo Azzolini, puede elaborar un spumante de primera categoría. De esta manera, ha versado toda su experiencia en nuestras botellas de Cime di AltiliA Brut Millesimato 2015 y Brut Rosè, los primeros spumanti.
Aquel que hace vino es porque lo ama: porque debe cuidarlo, cortejarlo, vivir con este una relación que, sin ninguna duda, podría estar a la altura de cualquier historia de amor. Con más razón aún es esto cierto para un método clásico, ya que quien lo produce es consciente de que tendrá que permanecer constante durante un proceso largo, complejo, casi íntimo, que tendrá lugar dentro de un cristal esmeralda en la penumbra de la bodega para, finalmente, culminar en una fiesta efervescente con la mayor de las alegrías.